El síndrome de intestino irritable pertenece al campo de los trastornos psicosomáticos, lo cual implica concebirlo desde una interrelación bio-psico-social. Está demostrado que el sistema gastrointestinal se relaciona de forma muy directa con procesos asociados al estrés.
El síndrome del intestino irritable figura entre los trastornos digestivos más comunes, siendo actualmente el trastorno gastrointestinal que más interés ofrece desde el punto de vista psicológico. Se trata de un trastorno de la función intestinal no explicable por alteraciones del organismo, no existe ninguna prueba para poder diagnosticarlo y el tratamiento médico resulta poco eficaz.
Sus síntomas característicos son dolor abdominal y alteración del hábito intestinal pudiendo sufrir la persona diarrea o estreñimiento, asociado a veces a fatiga, cefalea, insomnio… Estos síntomas derivan de aumento de la respuesta del colon a estímulos que afectan al tracto intestinal (dieta, activación emocional, distensión…) y pueden ser muy variables.
El dolor abdominal se origina en los receptores sensibles a la distensión provocada por gases, heces o contracciones espásticas del intestino en la porción distal del colon.
El paciente desarrolla conductas relacionadas con sus síntomas (excesivo número de visitas al médico, faltar al trabajo, obsesión con las funciones corporales…) por lo que además de tratar los síntomas fisiológicos es fundamental tratar los psicológicos.